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Otra vez hay que empezar

Se me hace difícil comenzar. Hay veces que cuando uno esta tan empapado de lo que tiene que escribir le cuesta diez veces más que cuando del tema le es ajeno. Y esto es lo que me pasa a mí. No logro ver cuál es la problemática principal de la cual se va a tratar mi crónica, si bien el tema va a ser la escuelita que funciona dentro del hospital Garraham.
Pero hay algo que sé. No me quiero convertir en el centro de la crónica. Quiero que mi voz dentro del relato no se constituya en lo más importante. Quiero que los testimonios sean los que verdaderamente se luzcan. La información la sacaré de mi entrevista anterior donde deje más de la mitad de la conversación afuera y con ello deje, más de la mitad de los temas tratados afuera. Además me ayudare de las entrevistas de mis compañeros que trataron la misma institución en sus reportajes. Espero que con estas herramientas poder conformar la crónica.

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Texto a partir de consigna ritmo:

Llanto gigante azul fulminante de lo alto nace. Catarata caída consulta catapulta. Espuma resulta de su celeste caída. Llanto infinito oculta su culpa. Cae la lagrima insulta oculta. Cataratas resultan conjuntas. Cae a ritmo infinito flujo cataléptico. Naturaleza grita llanto gigante azul fulminante de lo alto nace.

Y el título?

Nunca pensé que un título me costaría tanto. Con la crónica terminada me falta algo de lo más importante. Pero tengo que confesarlo, en esta crónica (como si hubiese escrito muchas) lo que más me ha costado es poner títulos. Sabía que el texto iba a estar dividido en bloques, es un tema demasiado complejo como para narrarlo “todo de una”. Pero no podía definir que palabras le irían bien para definir a ese bloque que había construido. Entonces, no le puse títulos a esos bloques. Pero ahora no podía huir. Debía definir algunas palabras que describan o hagan alusión a la crónica. Bueno fue mucho por hoy, lo voy a consultar con la almohada…

Reflexión sobre el género cuento

Para comenzar se puede afirmar que la narración no se trata solamente de un tipo de discurso o de una determinada configuración de textos, sino de un modo de organizar el pensamiento y el conocimiento. Alvarado y Yeannoteguy en tal sentido indican que no hay cultura que no organice el conocimiento en forma narrativa y no lo transmita a través de los relatos. La narración (oral), comenta Benjamin en El narrador, tiene una utilidad que puede consistir a veces en una moral; otra vez, en una recomendación practica; en un refrán o en una regla de vida. En todos los casos, el narrador se constituye como el hombre que da un consejo a quien lo oye. Pero el consejo no se da como respuesta a un interrogante, sino como una propuesta ligada a la secuencia de una historia que se va desarrollando. Para poder obtenerlo, es necesario previamente poder contarla. Esta capacidad de intercambiar experiencias, para Benjamin, se nos fue sustraída, y la causa de este fenómeno es la evidente pérdida de la exp...