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La Entrevista

Escuela de vida

Marta Gallardo, directora de la Escuela Hospitalaria N° 2, inserta en el Hospital Nacional de Pediatría "Prof. Dr. J. P. Garrahan", es una entusiasta educadora, quien reivindica el duro trabajo de acompañamiento que brinda su equipo docente al niño internado, en un contexto distinto al aula tradicional.

Por Mariana Campana.

Dentro del Hospital de Pediatría Juan Garraham y frente a una pequeña capilla donde los sábados se reza misa para todos los padres y familiares que quieran concurrir, se encuentra la Escuela Hospitalaria N° 2. “Ésta es una institución de cuidado por la forma como respeta al niño y la situación que le toca vivir y le permite tener acceso a la educación” explica Marta. Muchos se asombran. Porque la escuela consta de una oficina y una biblioteca. Y es que las aulas son, ni más ni menos, las salas de internación. He sido paciente del hospital y alumna de la escuelita pero hoy regreso para indagar sobre la difícil tarea que llevan a cabo estos docentes y como la informática, la lectura y el arte transforman la situación que el niño vive.

“Por la escuela pasan por año casi 800 chicos, 400 en el nivel inicial, 220 en estimulación temprana y en talleres, que es la modalidad de la mañana, porque este es un hospital de alta complejidad que tiene 550 camas. Y es el único de referencia nacional y de Latino América” explica Marta, quien hace más de quince años que ocupa el puesto de directora. “La escuela en este momento brinda atención a bebés y niños pequeños desde un lugar de la estimulación temprana, a nivel inicial y maestras de nivel primario. En el turno de la mañana tiene una modalidad que son talleres en los distintos servicios, porque la escuela organiza su sistema de trabajo dependiendo de la demanda del hospital” continúa exponiendo mientras algunas maestras con sigilo entran y salen de la oficina de Marta, donde nos encontramos. Son las ocho de la mañana, las docentes comienzan a prepararse para una intensa y dura actividad con los niños internados. La escuelita es pequeña y mucho de los materiales se encuentran ubicados en la minúscula y atiborrada oficina de la directora. Algunas maestras partirán con sus bolsos y materiales al sector de trasplante renal, otras al centro quirúrgico o al hospital de día donde los chicos esperan ser atendidos y recibir la quimio, ente otros lugares donde se da “clase”. Es que aquí es el docente el que va al encuentro de su alumno, pero en algunos de los casos fatigados por el tratamiento, es el alumno el que fija los contenidos…

-¿Qué función cumple la escuela?

-La escuelita hospitalaria brinda escolaridad a todos los chicos que están internados. Tratando de que la escuela aparezca como una institución que no solamente es la que garantiza la educación sino también como una institución de cuidado y sostén, tomando forma de acuerdo a las normativas que el hospital establece, de cuidado, flexibilidad y contexto. Teniendo presente que el maestro debe flexibilizarse para poder velar por su alumno y que su objetivo salga lo mejor que se pueda. Es una institución de cuidado por la forma como respeta al niño y la situación que le toca vivir. Además, por otro lado la escuela le brinda esta transmisión cultural que es tan importante en la vida de un ser humano.

-¿Qué actividades brindan a los niños para mantener su identidad cultural?

-Se les proponen distintas actividades pero primero es clave justamente tener en claro de donde provienen, es decir, para conectarse hay que bucear de dónde son ellos. Me contaba el profesor de música que los chicos de diálisis estaban sumidos por la cuestión del tratamiento pero quizás él con un “¿de dónde sos?, “contame… ¿qué música te gusta?” les modifica el día, al empezar a tararear, la cara y el escenario se transforma. Y creo que esto es respetar lo que traen. Es muy importante el rol de la informática que también es otro lenguaje al que el chico tiene acceso hoy, y que puede perfectamente a través de internet, estando en su cama, recorrer su lugar de origen, conectarse con sus amigos, con sus pares. Hay que permitirle a través de distintos lenguajes acercarse a la cultura. Hacerle posible esa sensación, que es en definitiva, hacerle sentir que vive. Esto me hace acordar una frase que dice: mientras uno viva, la creatividad está latente. Y saber que un niño, a pesar que se encuentra con dolor y con angustia, con toda una situación de mucha inestabilidad, de mucho estrés emocional, y con miedos, está esperando que llegue la maestra para realizar alguna actividad, es muy fuerte. Al niño lo atrapan los miedos, se pregunta “¿qué me va a pasar?”

-Se encuentra en un lugar distinto, que no es al que está acostumbrado, en un ambiente que no es el normal…

-Exacto. Adecuándose a un lugar institucional que no es suyo, porque además pierde la intimidad familiar totalmente. Entonces todo esto se quiebra pero es la escuela la que trata de sostener este lazo, este brazo fuerte como sostén con la cultura. Por eso creo que la escuela tiene un lugar de mucha importancia durante el tratamiento médico, mientras el niño transita toda esta cuestión de la enfermedad.

-Se nota que el nivel de contención que se brinda en este hospital es muy alto. ¿A qué se lo atribuye?

-Justamente la escuela tiene que tener en claro eso, la articulación desde el área de salud y educación. Si no hubiera un punto de coincidencia y que filosóficamente el hospital no lo sostuviera estaríamos como fracturados: la escuela por un lado y la atención médica por el otro. Y no es así, porque en la intervención de todos se tiene una concepción humanística y esta concepción significa tener como eje transversal al ser humano, no perderlo de vista.

-Incluso salir del hospital se hace difícil.

-Si, por todos los lazos que el paciente se arma.

-Se transforma en una segunda casa…

-… en una pequeña familia.

- A los padres y a los chicos que se encuentran en el Hospital se les hace difícil desapegarse de la escuela…

-Y también se les hace difícil volver a su hospital. El ante año pasado tuve la posibilidad de ir a Santiago del Estero para trabajar con las maestras hospitalarias de allá, y lo que veía era esta angustia que se generaba tanto en las maestras como en los médicos porque el hospital no brindaba toda esta contención. Uno siente que en el Garraham se va armando un proyecto modelo de intervención. Pero la escuela está para eso, para acompañar, para contener.

Es recurrente en la conversación la cuestión de la identidad cultural, y es que muchos de los niños que hoy se encuentran en el Garraham provienen de otras latitudes con costumbres diferentes. Y son las maestras (en definitiva) las encargadas de que su cultura prevalezca en un mundo de guardapolvos, agujas, gasas y estetoscopios. La siguiente pregunta tendrá que ver con qué actividades artísticas ofrece la escuelita, pero luego de escuchar algunas historias desde la temblorosa voz de Marta, no me cabe ninguna duda de que el maestro hospitalario aplica la mejor de las artes… el arte de enseñar.

-La escuela tiene profesionales en distintas áreas, no solamente en el área de la plástica, sino de la música, del arte, del teatro y de la artesanía y de la tecnología de la informática. Tenemos también todo lo que es literatura, todo lo que tiene que ver con los contenidos curriculares clásicos, como la matemática, lengua, prácticas del lenguaje, ciencias sociales y naturales. Y todos estos contenidos no son manejado aisladamente sino que el arte es el eje transversal, que a través de sus distintos lenguajes, facilita y cobra vida de otra manera en el ámbito del hospital. Lo cual facilita no solamente a transitar la enfermedad, sino que puede instalar otras cosas, la creatividad, la risa, la sonrisa, el poder animarse a meterse en el tema desde otro lugar.

-¿Algún paciente ha manifestado la necesidad de contar su historia?

-Sí, justamente la profesora de informática está trabajando con una niña adolescente, que está entrando en ese período de su vida con un tumor en la cara, fue atendida y no quiere volver a su lugar de origen.

-¿De dónde es ella?

-Ella es de Catamarca y lo que quiere es contar la historia de su vida, le pidió a la profesora de informática y la está escribiendo para sus amigos. Quiere contar que ella no se ha ido de su lugar porque quiso. Es algo que nos movilizó bastante, es así como el lenguaje de internet facilita que un chico pueda tal vez no decirlo verbalmente pero pueda expresarlo a través del lenguaje escrito. A nosotros nos impresiona como puede ayudar la tecnología a liberar experiencias y los docentes acompañamos, sin estar directamente propiciándole que hable, sino que este testimonio vaya tomando forma, vaya cobrando vida desde otro lugar.

-¿Algún otro chico a partir de ella planteó esa necesidad?

-Existen otros casos a través del lenguaje escrito o la lectura de un cuento… Un niño de nueve años estaba mal, en terapia… pero a veces no quiero contar mucho porque uno siente que está cometiendo una infidencia. Pero estas son las riquezas que nos dejan los chicos. Una de la profesora que estaba trabajando el lenguaje y propiciando un cuento a un nene que no estaba muy bien en terapia intensiva y que era de Tucumán, pidió cuentos de su lugar y la profesora le acercó aquellos cuentos que tenían que ver con la zona del noroeste especialmente y él sentía que estaba conectado a través de esto, disfrutando sonriendo, contento. Y se atrevió a pedirle que le llevara al otro día un mapa de su provincia y la profesora se lo llevó. Él quería ubicar su barrio de procedencia y mostrarle su casa, la ciudad donde vivía. Y esto le permitió también a él comenzar a contar las vivencias de aquel lugar, de la escuela, de sus compañeros y esto generó otro modo de expresarse pero abiertamente sin que existiera presión. Porque el escenario escolar es al lado de la cama, no hay mapas ni pizarrones y esto lo has vivido. Es solamente lo que uno logra armar a través del vínculo con el maestro, como uno le puede acercar el mundo y la propia ciudad de donde el niño viene. Y sobre este nene la maestra contaba cómo había disfrutado mucho ese día conversando con ella. Al otro día falleció.

Marta se emociona, se nota en su voz, pero lo guarda para sí. El día recién comienza y los chicos esperan ansiosos la llegada de estos profesionales de la educación, hombres y mujeres que les transforman por un ratito la sala de internación, en el aula de su escuela. Y con su llegada todo es esperanza.

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