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Reflexión sobre el género cuento

Para comenzar se puede afirmar que la narración no se trata solamente de un tipo de discurso o de una determinada configuración de textos, sino de un modo de organizar el pensamiento y el conocimiento. Alvarado y Yeannoteguy en tal sentido indican que no hay cultura que no organice el conocimiento en forma narrativa y no lo transmita a través de los relatos. La narración (oral), comenta Benjamin en El narrador, tiene una utilidad que puede consistir a veces en una moral; otra vez, en una recomendación practica; en un refrán o en una regla de vida. En todos los casos, el narrador se constituye como el hombre que da un consejo a quien lo oye.
Pero el consejo no se da como respuesta a un interrogante, sino como una propuesta ligada a la secuencia de una historia que se va desarrollando. Para poder obtenerlo, es necesario previamente poder contarla. Esta capacidad de intercambiar experiencias, para Benjamin, se nos fue sustraída, y la causa de este fenómeno es la evidente pérdida de la experiencia. “El consejo entretejido en la tela de la vida vivida, es sabiduría”. El arte de narrar entonces se acerca a su fin, “porque el lado épico de la verdad, la sabiduría, está en trance de desaparecer.”
En cambio Jerome Bruner en La fábrica de historias luego de describir a la gran narrativa literaria como la que restituye un aspecto inusual a lo familiar, la que ofrece mundos alternativos que echan nueva luz sobre el mundo real mediante el lenguaje. Y explora las situaciones humanas con el prisma de la imaginación.
Concluye que la literatura de imaginación no es una lección, sino a una tentación de reexaminar lo obvio. “La gran narrativa es, en espíritu, subversiva, no pedagógica. (…) La gran narrativa es una invitación a encontrar problemas, no una lección acerca de cómo resolverlos. Es una profunda reflexión sobre la condición humana. (…) Contamos para prevenir con mucha más frecuencia, que para instruir”
Un cambio fundamental que para Benjamin ocasionó el ocaso de la narración es el surgimiento de la novela. Esta forma de creación se contrapone a la narración ya que por ejemplo, el narrador toma lo que narra de la experiencia, sea la propia o una que le ha sido transmitida y la vuelve a contar como experiencia para aquellos que oyen su historia. El novelista en cambio se ha aislado y ya no puede ni referirse a los hechos que lo afecta, ni puede dar consejo alguno. Borges también considera que la novela no es narrativa, porque está demasiado alejada de las formas orales, es decir, ha perdido los rastros de un interlocutor presente que hace posible el sobreentendido y la elipsis, y por lo tanto la rapidez y la concisión de los relatos breves y de los cuentos orales. El arte de narrar para Borges gira sobre un doble vínculo. Oír un relato que se pueda escribir, escribir un relato que se pueda contar en voz alta.

٭٭٭

“¿Qué es un relato, entonces?” se pregunta Bruner y continua que todos acordarían en que requiere un reparto de personajes que son libres de actuar, con mentes propias y expectativas reconocibles acerca de la condición habitual del mundo, del mundo del relato. Y también se convendrá en que un relato comienza con alguna infracción del orden previsible de cosas. Algo que ha de estar alterado, de otro modo según Bruner no hay nada que contar. “La acción del relato describe los intentos de superar o llegar a una conciliación con la infracción imprevista y sus consecuencias. Y al final hay un resultado, algún tipo de solución.”
La sencilla definición de Bruner contiene en sí misma una descripción del carácter doble de la forma del relato, que se encuentra en sintonía con las reflexiones que hace Ricardo Piglia sobre el cuento. El autor de Formas breves presenta lo que llama Primera tesis: “un cuento siempre cuenta dos historias. (…) El arte del cuentista consiste en saber cifrar la historia 2 en los intersticios de la historia 1. Un relato visible esconde un relato secreto, narrado de un modo elíptico y fragmentario.”
Los mismos acontecimientos entran simultáneamente en dos lógicas narrativas antagónicas. Los elementos esenciales de un cuento tienen doble función y son usados de manera diferente en cada una de las dos historias. Lo que es superfluo en una historia, es básico en la otra. El arte de narrar, para Piglia, se funda en la lectura equivocada de los signos. Una historia se puede contar de manera distinta, pero siempre hay un doble movimiento, algo incomprensible que sucede y está oculto. Hay algo en el final del cuento que estaba en el origen y el arte de narrar consiste en postergarlo, mantenerlo en secreto y hacerlo ver cuando nadie lo espera. “El arte de narrar es un arte de la duplicación; es el arte del presentir lo inesperado; de saber esperar lo que viene, nítido, invisible, como la silueta de una mariposa contra la tela vacía.”
El escritor Raymond Carver vuelca su opinión sobre los cuentos que ha leído y coincide con Piglia en que en la narración siempre hay un doble movimiento, algo que está oculto y en tal sentido el autor de De que hablamos cuando hablamos de amor comenta:
“Me agrada cuando en los cuentos hay algún sentimiento de riesgo o una atmósfera de amenaza. Creo que en un cuento está muy bien un poco de amenaza. Para empezar, es bueno para la circulación. Tiene que haber tensión, el sentimiento de que hay algo inminente, de que ciertas cosas se mueven ineluctablemente o si no, muy a menudo, sencillamente no hay cuento. Lo que crea la tensión en un escrito literario es en parte la manera como las palabras concretas se enlazan para conformar la parte visible del cuento. Pero son también las cosas que se dejan por fuera, las que están implícitas, el paisaje detrás de la lisa pero a veces quebrada y precaria superficie de las cosas.”
[1]
Lo que algunos describen como relato visible y relato secreto o doble movimiento se basan en la primera síntesis que se hace de este proceso de transformación: la teoría del iceberg de Hemingway. En ella la historia secreta se constituye con lo no dicho, con el sobreentendido y la alusión.
Estas nuevas teorías dan cuenta de un nuevo estilo de relato breve o cuento. Se amoldan a un nuevo mundo con nuevas y cambiantes experiencias, distinto del que puedo retratar Benjamin. Pero sobre todo se amoldan a las nuevas inquietudes que mueven a los autores. Aquellos que más que moralejas cuentan realidades sociales y que no hablan de héroes sino de personas comunes.

Bibliografía:

ALVARADO, M y YEANNOTEGUY, A. (1999) La narración. En: La escritura y sus formas discursivas: Curso introductorio. Buenos Aires: Eudeba.
BENJAMIN, W. (1986) El narrador: Consideraciones sobre la obra de Nicolai Lescov. En: Sobre el programa de la filosofía futura. Barcelona: Planeta Agostini.
BRUNER, J. (2003) Los usos del relato. En: La fábrica de historias: derecho, literatura, vida. Buenos Aires: FCE.
CARVER, R. (1995) Escribir. En: La vida de mi padre: cinco ensayos y una meditación. Buenos Aires: Grupo editorial Norma.
PIGLIA, R. (1999) Formas breves. Buenos Aires: Temas Grupo Editorial.



[1] CARVER, R. (1995) Escribir. En: La vida de mi padre: cinco ensayos y una meditación. Buenos aires: Grupo editorial Norma. p. 47

Comentarios

Celia Güichal ha dicho que…
Creo que acá ya tenés tu ensayo, no te parece?
Elaboradas reflexiones, selección de citas muy acertada...
saludos,
Celia

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