
Tendría que haberlo supuesto, durante el viaje de ida hubo indicios. En el tren, además que tardo una eternidad a llegar a destino, se desmayo una chica en el mismo vagón en el que viajaba con dos compañeros más, Alejandra y Mauro. Sí de este modo comenzaba el día… era evidente que pasaría luego (Es fácil decirlo ahora que el día término y las cartas ya están echadas). La primera visita a la escuelita que se ubica en el interior del Hospital Garraham no fue fructífera. Mi entrevistada (la directora) estaba ocupada, tratando de solucionar algunos problemas que se le presentaron a último momento. Yo me convertí en una especie de vocera del grupo que habíamos invadido el hospital. Pero así como llegamos… nos fuimos, sólo para volver la mañana del día siguiente. Fue difícil despertar tan temprano pero valió la pena. En la escuelita hospitalaria, con un mejor ánimo todos se mostraron dispuestos a hacer las entrevistas. Yo lleve una serie de preguntas. Las cuales no me sabía de memoria, pero al llegar el momento del cara a cara la hoja no salió de la carpeta. Improvise y aunque en un principio estaba nerviosa pudimos armar una conversación.
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