Tendría que haberlo supuesto, durante el viaje de ida hubo indicios. En el tren, además que tardo una eternidad a llegar a destino, se desmayo una chica en el mismo vagón en el que viajaba con dos compañeros más, Alejandra y Mauro. Sí de este modo comenzaba el día… era evidente que pasaría luego (Es fácil decirlo ahora que el día término y las cartas ya están echadas). La primera visita a la escuelita que se ubica en el interior del Hospital Garraham no fue fructífera. Mi entrevistada (la directora) estaba ocupada, tratando de solucionar algunos problemas que se le presentaron a último momento. Yo me convertí en una especie de vocera del grupo que habíamos invadido el hospital. Pero así como llegamos… nos fuimos, sólo para volver la mañana del día siguiente. Fue difícil despertar tan temprano pero valió la pena. En la escuelita hospitalaria, con un mejor ánimo todos se mostraron dispuestos a hacer las entrevistas. Yo lleve una serie de preguntas. Las cuales no me sabía de memoria, pero al llegar el momento del cara a cara la hoja no salió de la carpeta. Improvise y aunque en un principio estaba nerviosa pudimos armar una conversación.
Nunca pensé que un título me costaría tanto. Con la crónica terminada me falta algo de lo más importante. Pero tengo que confesarlo, en esta crónica (como si hubiese escrito muchas) lo que más me ha costado es poner títulos. Sabía que el texto iba a estar dividido en bloques, es un tema demasiado complejo como para narrarlo “todo de una”. Pero no podía definir que palabras le irían bien para definir a ese bloque que había construido. Entonces, no le puse títulos a esos bloques. Pero ahora no podía huir. Debía definir algunas palabras que describan o hagan alusión a la crónica. Bueno fue mucho por hoy, lo voy a consultar con la almohada…
Comentarios