Vuelo Un día como hoy, hace veinticuatro años, por primera vez Juana volaba en avión. Lo hacía para cumplir un sueño, lo hacía para conocer ese lugar del que tanto su padre le había hablado. Un lugar distanciado por veintidós horas de vuelo. Un reto que valía la pena vivir. Cuando pasó por la puerta luego de un pasillo largo y espejado desde donde se podían ver unas especies de callecitas de donde las aves de acero despegaban, la saludaron dos mujeres, rubias, altas y uniformadas. Le desearon buen viaje con una sonrisa de oreja a oreja, ella no supo que contestar. Estaba nerviosa. Su padre la acompañaba. Se encontraba a su lado, le apoyó una mano sobre su hombro y la miró. En la otra mano llevaba una tira larga de papel que en ese momento se la alcanza a una de las mujeres, la observa, levanta la mano y le indica que sigan caminando por uno de los corredores. Juana gira la cabeza, se encuentra con unas pocas filas de asientos. Se ven confortables, amplios, similares a los sillones qu